"Un ladrillo, dos ladrillos, tres ladrillos"
España perdió de nuevo una oportunidad
histórica, y van unas cuantas, primeramente con lo sucedido al inicio de la
transición con la mal traída y llevada reconversión industrial o después en el
momento de la entrada al entonces llamado Mercado Común, luego CEE, cuyo nombre
de Comunidad Económica Europea visto con la perspectiva del tiempo pasado, casi
produce sonrojo y sonrisa a la vez viendo la ahora UE, lo solidaria que es con los diferente países, con los contrastes norte-sur, con el págame ya y ahora que tengo prisa y me da igual de donde lo saques o a quien saqueés.
Y la última sin duda se produce, con el gigantesco boom
inmobiliario que se inicia a finales del siglo XX, tras la llegada al poder del
Partido Popular, gracias al enorme desgaste por los casos de corrupción del
PSOE durante sus más de 13 años de mandato y una enorme campaña de acoso y
derribo al entonces presidente Felipe González, perfectamente organizada por
cierto, por los medios de "comunicación" escritos de la prensa afines
al partido de la gaviota y a su líder, un menudo hombre gris pegado a un bigote
llamado José María Aznar.
España como decía, a pesar de la infumable
ley del suelo sacada adelante por el PP, que hacia urbanizable hasta la Casa
de Campo y el parque del Retiro, pudo haberse convertido entonces en una potencia de primer orden,
tanto en lo referente a sus empresas constructoras, a los trabajadores de
estas, a los arquitectos y diseñadores implicados, por la FORMA de construir
edificios, por las técnicas empleadas, por la maquinaria implicada, por los
materiales para hacerlos realidad.
Dado el "boom" urbanístico del
periodo 1998 a
2008, se podía haber IMPLANTADO nuevas formas de edificar, menos en la vertical
y más en la horizontal, siendo por tanto más respetuosas con el medio ambiente,
desde formas modulares utilizando piezas prefabricadas, al regreso de
materiales tradicionales de cada zona como la piedra o el adobe, hasta el desarrollo
de nuevos materiales como fibras aislantes o cerámicas que acumulan el calor, sin
olvidar la aplicación del concepto de edificación sostenible,
exprimiendo al máximo las energías renovables, como la solar en su diferentes
formas o la minieólica.
Sin embargo PRIMÓ y se incentivó la construcción de baja calidad, de manera masiva y tosca, al estilo de países en desarrollo o directamente del segundo mundo, de nuevos ricos sin el más mínimo sentido COMÚN, con técnicas ancestrales y obsoletas, utilizando masivamente mano de obra poco cualificada, pero que proporcionaban enormes y formidables plusvalías tanto a los constructores, a los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas que recalificaron terrenos hasta los confines del universo conocido y más allá, hasta perder la totalidad del suelo público disponible y por tanto quedando para siempre descapitalizados (1) y por supuesto nunca olvidar al gobierno central, que ingresó enormes cantidades de dinero en forma de impuestos por IVA, con solo poner “el cazo, la mano”, sin más esfuerzo recaudatorio ante la grandiosa y visible por todos corrupción existente.
Como ejemplo de lo que comento, con aproximadamente UN millón de €, se podía construir, aparte del coste del terreno, un inmueble de cuatro plantas y cuatro pisos por planta. Si cada vivienda se podía vender a un precio medio de 240.000 €, 40 millones de las antiguas pesetas, se obtenía en total casi 4 millones de €, es decir, 640 millones de pesetas de botín conjunto.
Hablaríamos por tanto de que si sumásemos el
coste de la construcción más el coste del suelo y poniéndolo por arriba, las plusvalías,
lo ganado en limpio, se DUPLICARÍA.
Si como se suele decir en círculos económicos,
“el dinero no se crea ni se destruye, solo cambia de manos”, ¿Dónde está todo
ese dinero? ¿Quizás en paraísos fiscales o en opacas cajas de seguridad de los
bancos suizos?
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Porrón. Foto; thegreenhead |
En lujosos yates, cochazos alemanes, cruceros de lujo...
ResponderEliminarCambia de manos y esas manos ni lo sueltan ni estan aqui.
Por eso la famosa frase de "que lo devuelvan" y solucionado, es un tanto inocente, ya el que lo trincó o lo pillo en muchos casos no es el que lo tiene ahora. Salvo casos de alto standing como Urdangarin, Barcenas, Diaz Ferran...